lunes, 22 de diciembre de 2014

BATALLA EN EL ANFITEATRO

Destro pugna un balón con los defensores del Milan Bonera y Mèxes
"Panem et Circenses". Los gobernantes de la antigua Roma decían esta frase (pan y circo) porque es lo que daban al pueblo a cambio de su obediencia y confianza. El actual estadio de la Roma, el Olímpico, se ha visto traslado numerosas veces hacia estos tiempos milenarios y transformado en un escenario completamente diferente. En ocasiones, en el circo del espectáculo u, otras veces, en el anfiteatro de la sangre, como ha sido el caso del partido con el que despedían el año 2014, el Roma-Milan que acabó en 0-0. 

Esquemas iniciales
El conjunto local de Rudi García llegaba a la cita con intención de ganar para alejarse lo mínimo de su competidor y líder la de Serie A, la Juventus. Por ello alineaban en 4-3-3 que, con Keita, Nainggolan y Florenzi (este último en lugar de jugadores más ofensivos como Ljajic o Destro), ofrecía las posibilidades de tener el balón frente a un equipo con dificultades con él en los pies. Tener el balón y, a la vez, atacar los espacios con Totti retrasándose sin fijar los centrales y Gervinho desmarcándose. 

Filippo Inzaghi alineó el mismo once con el que jugó el mejor partido de la temporada. Este fue precisamente el partido contra el Napoli y antecedente al encuentro contra la Roma. Es por ello que llegaron al Olímpico con confianza apoyándose en la hazaña de la semana anterior contra el equipo Napolitano. Hubo un mínimo cambio. Fue la ausencia de Rami por lesión que provocó la titularidad del colombiano Zapata. Pasando por alto este cambio, todo igual. El tridente del japonés, el francés y el italiano; el trivote del tipo duro, el chico joven y el tan necesario capitán y en la portería, el portero que salvaguarda la débil defensa que cada día se fortalece.


Los rossoneri no saben jugar en corto. Tiene el hándicap de tener unos centrales como Mèxes y Zapata y un medio posicional como De Jong con carencias en la distribución del balón. Por ello, pese a las ayudas de Bonaventura y Montolivo, el Milan siempre tiende a sacar el balón jugado por el lateral, creando así un juego en corto más bien previsible. Contra la Roma no fue menos ya que, aprovechando estas dificultades, obstaculizaban aún más la salida de balón del Milan cortando las líneas de pase y encimando a los posibles receptores. Con este panorama, el Pippo tomó dos alternativas: entregarles el balón y el juego tras el robo. 

La Roma corta las líneas de pase del Milan y encima a los posibles receptores
No saben iniciar una jugaba desde cero si no es mediante un desplazamiento en largo a no ser que la jugada comience en un robo de balón. En los primeros compases de la primera parte la presión no era excesivamente alta y se limitaban a esperar en medio campo para robar el balón y salir al contragolpe desde el repliegue. Entonces el Milan formaba un 4-5-1 en defensa, el cual sirvió para inhabilitar el juego por dentro de la Roma y obligarlos a atacar mediante centros. 

Tras el cuarto de hora en el que el Milan replegaba y esperaba en 4-5-1 y la Roma atacaba incesante e ineficazmente, Inzaghi cambió el chip y subió las líneas de presión llevando a cabo la segunda alternativa del robo de balón. Los extremos, Honda y Bonaventura: presionaban a los centrales, Manolas y Mapou; y el delantero, Menez; al centro campista defensivo, De Rossi, que se mantenía cerca de los centrales para que fluyese el juego en corto. La intención de esta presión era, al interrumpir la conexión entre los centrales con el medio campo, provocar el pase al portero. Por lo tanto, en la progresión de la presión de Menez, acabaría presionando al portero.

Presión del Milan

La final presión al portero Giallorossi, De Sanctis, sacaría a la Roma de su zona  de confort del juego en corto y llevarlo al campo del Milan donde, con un balón en largo, el balón se sortearía en un remate con 50% de posibilidades de éxito. Curiosamente, el Milan solamente llevaba a la Roma hacia otra manera de robarles el balón: los duelos aéreos, de los cuales el Milan ganó el 75% de ellos, mientras la Roma el 25% restante. 

Comparativa de los duelos aéreos entre Roma y Milan (vía: http://serie-a.squawka.com/)
Tras robar el balón, el Milan pasaría a la fase de la transición de defensa al ataque en la que se vería las caras directamente con Danielle De Rossi, el responsable de que ningún contragolpe del Milan terminase en gol. En las contras, Menez caía a los lados con clara preferencia por el izquierdo como sale en la imagen. Con ese movimiento, el francés atraía a los defensores de la Roma creando un hueco al que atacarían los extremos, Bonaventura y Honda; y un centro campista llegador como Poli. La trascendencia de De Rossi se debe a su rol que siempre cumple: asegurarse de que la Roma no se parta en dos y tapar el hueco al que esta vez atacarían Bonaventura, Honda y Poli. Además, la Roma trató de finalizar todas sus jugadas para evitar que el Milan los pillase sin replegar.

Contragolpes del Milan

Esquemas finales
En definitva, la Roma tenía el balón. Asediaban al Milan a la espera de robar el balón pero, todavía, sin asediar en demasía ni haciendo sangre. Sin embargo, la sangre acabaría derramada en el anfiteatro por lo que sudó el Milan por no recibir gol en la segunda mitad del partido. Al ver la Roma impotente como su juego se veía obligado a caer a la banda y a los centros y, en consecuencia, sus intentos de sumar un gol al marcador fracasaban, decidieron tirar la casa por la ventana. Rudi García dio entrada Destro y Ljajic, terminando con 4 delanteros en el XI. Necesitaban esos 3 puntos. El Milan se enfrentaba a la cazería de la Roma de la cual sólo querían salir vivos. Sin embargo, un imprevisto hizo que el Pippo debiera maximizar el fútbol contragolpeador. El lateral rossoneri Pablo Armero fue expulsado por una mano clara dejando al Milan con 10 hombres. Estos 45 minutos el Milan debía ser más vertical que nunca en ataque porque no iba a tener muchas oportunidades para hacer otra cosa que no fuese defender.



La Roma funciona correctamente antes de la expulsión de Armero, el lateral del Milan. La defensa de los de Inzaghi estaba suficientemente adelantada como para disfrutar de los desmarques de Gervinho atacando el espacio o llegando hasta línea de fondo para centrar. Inclusive, funcionaban los disparos lejanos de Nainggolan pero todo era pólvora mojada. De Jong, Montolivo y Poli anulaban el último pase de la Roma haciendo inexistente su media punta. Lo poco que los de Rudi García disparaban a puerta iba a las manos de Diego López, quien protagonizó un partido genial. Sí, uno más. 

Rudi García tenía calentando en la banda a Kevin Strootman, Destro y Ljajic. Un centro campista ofensivo o dos delanteros. Con estas opciones, el técnico francés debía elegir entre el balón o, directamente, la ofensiva. En su necesidad de gol para conseguir los 3 puntos, su mirada fue hacia los delanteros. Este planteamiento ofensivo sumado a la expulsión de Armero no fue más que unos contraproducentes y desafortunados hechos. En la imagen inferior podemos observar un mapa de calor de la Roma durante el partido, que muestra la poca presencia de la Roma en el área rival. Sí, 4 delanteros, no fueron la solución. El juego siguió cayendo a la banda porque la media punta de la Roma seguía ausente. En esta guerra de centros al área, 33 en total, 29 de ellos fueron errados. Quizás Kevin Strootman habría conseguido dar el último pase otorgando así el protagonismo necesario a la media punta. 

Mapa de calor de la Roma del partido. (Vía: http://serie-a.squawka.com/)
Sangre, sudor y lágrimas. Este es otro aspecto importante. Es lo que le costó al Milan sacar un punto de este asedio constante y con un hombre menos. Su aplicación en defensa fue admirable pero su juego en ataque, más bien nulo. Esto queda reflejado en los 3 hombres de refuerzo a los que dio entrada Inzaghi: Alex, Muntari y El Shaarawy. Entre estos 3 jugadores sólo pasaron 3 veces el balón y un pase fue fallado. Apenas tocaron el balón. Se limitaron replegar, defender y despejar. Este fue el efecto que la expulsión de Armero tuvo sobre el Milan: bajar notablemente las líneas de presión y repliegue. La manera en la que el Milan se cerró cortó las alas de Gervinho, que ya no tenía metros a los que atacar. Por lo que intentó atacar por dentro y se encontró con Diego López. 

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